El viernes pasado entrevistábamos a nuestro chico estadounidense por última vez ante un inminente traslado a Madrid para su posterior extradición. Nos despedimos con un "hasta luego" haciendo ver que seguramente tendríamos ocasión de despedirnos la próxima semana, pero dudo mucho que yo tenga el valor para ir a verle, pues salimos mi alumna de prácticas y yo sumamente tocados (mejor dicho hundidos) tras la conversación mantenida.
El caso del chico lo expliqué brevemente en el anterior post, aunque olvidé mencionaros que a los 35 años iniciales que la justicia norteamericana quería imponerle, ahora se sumarán otros 10 más, cinco por haberse deshecho del dispositivo telemático con el que era controlado y otros cinco más por la fuga a otro país.
El delito cometido no lo defiendo en absoluto, es más, sinceramente y mojándome en el tema, creo que en España está muy poco penado y casi siempre me muestro en contra de conceder beneficios penitenciarios a las personas que cumplen condena por este motivo, pues considero que con las penas tan irrisorias que llevan aparejadas, lo mínimo es que se cumplan ampliamente, ¡vamos digo yo!
Puedo empatizar con los padres del chico fallecido, quieren justicia en la manera que cada cual la entiende, pero no me queda más remedio que hacer el mismo ejercicio con la del "ya condenado", los cuales, pese a todas las elucubraciones que existen en cuanto a la historia, también tenían el desconsuelo de desconocer donde se encontraba su hijo, hermano, nieto,... No olvidemos que cada interno o usuario nuestro, también tiene una familia.
Cuando lo entrevisté por primera vez todo me parecía exagerado e increíblemente inverosímil, pero conforme he ido trabajando y conociéndole tanto a él como a su familia, todo me ha ido cuadrando cada vez más. El caso aparecía en programas monográficos de televisión, compartiendo espacio y comparándole con auténticos asesinos psicópatas, páginas web exclusivas para su búsqueda y localización, recompensa de 5000$ por información sobre su paradero, carteles y vallas publicitarias con sus fotos y de sus padres, preguntándoles donde está su hijo, sus nombres y direcciones completas en el blog dedicado a buscarle, típico de las películas que nos ponen los fines de semana a la hora de la siesta.
No pretendo su defensa, que no la tiene, mi pretensión va encaminada más bien hacia una reflexión en un día lluvioso y triste. Me pregunto, y me pongo en el lugar de este joven, que se expone a abandonar un sistema penitenciario exclusivamente punitivo, con toda seguridad, pasados los 60 años de edad, el régimen penitenciario norteamericano lo abocará a compartir el espacio o módulo con internos relacionados con delitos de sangre y/o asesinatos. Un sistema sin tratamiento penitenciario que prima el negocio que supone el cobro por número de internos, es lo que tiene la privatización de lo público.
No se si existirá algún tipo de resquicio legal para que C. pueda cumplir su condena en nuestro país, donde él había intentado rehacer su vida, aunque dudo mucho que cualquier país pueda, o le interese, ponerse en contra de ello, ante la superpoderosa nación... El caso es que se está intentando, y con muy buenos profesionales de la materia, pero esto esto hace aguas por todos lados. Ojalá estuviese en nuestra mano el poder ayudarle.
Y ahora, la pregunta de rigor ¿Que haríais vosotras o vosotros si os encontrárais en una situación similar?
Ante esto, la solución más rápida y quizás más egoísta, no sería nada fácil, ni desde luego políticamente correcta, ni agradable, ni merecida creo, ni tan siquiera acorde a las fechas de paz y amor que se aproximan...
Ante esto, la solución más rápida y quizás más egoísta, no sería nada fácil, ni desde luego políticamente correcta, ni agradable, ni merecida creo, ni tan siquiera acorde a las fechas de paz y amor que se aproximan...
Bye, hasta siempre, C.P.
*Siempre he tenido la autorización para poder dar sus datos personales, cosa que no quiero hacer por respeto y no dar más morbo aún al tema.
Me parece un caso dramático. Qué importante es la suerte en la vida... Ojalá le vaya todo bien al chico.
ResponderEliminarSuerte,
Eso esperamos todos los que le hemos conocido, pues este caso en sí es muy impactante y todos nos quedamos algo tocados al conocer de su inminente traslado a Estados Unidos... Esperemos que se pueda solucionar, pues ya serían dos vidas y dos familias destrozadas... Un saludo
Eliminar