Este post es el fruto de un vis a vis entre diferentes perspectivas sobre un mismo tema, la de una sexóloga y la mía.
La cárcel es un medio dicotómico en cuanto a la sexualidad se refiere. Por un lado es un inmenso caldo de cultivo para las bajas pasiones, y sin embargo, el régimen penitenciario es el antilíbido más potente por sus lógicas reglas y normas que rigen la convivencia en el interior.
Y es que ojalá todos fuéramos Christian Grey y nuestro sexo no tuviera fronteras ni reglas, pero esto no sería tampoco natural, y menos en la prisión, en la que las relaciones sexuales son todo, menos espontáneas, ya que se solicitan con un mes de antelación en lo que se llama "vis a vis íntimo".
Si hablamos de tensión, también podemos referirnos a la propia tensión sexual no resuelta. La cárcel es un lugar lleno de seres humanos, de un sexo y del otro, de muchas y variopintas inclinaciones sexuales, parafilías, con represión, pero con mucha imaginación,..., y cientos de oportunidades que, ¿porqué dejar escapar? De hecho, pienso (y por lo que observo a diario) que en la práctica, los internos/as ligan bastante, están más deshinibidos y más abiertos a nuevas experiencias incluso sentimentales.
La práctica sexual más usual es la masturbación por razones obvias, aunque podemos pensar que seguramente no tengan un mínimo de intimidad para ello ya que las celdas son compartidas, así como los baños o duchas y, en general, todos los espacios comunes dentro de la prisión.
Por tanto, pienso que sería una buena idea que se les asegurara a los individuos una práctica sexual con garantías y sin "interruptus", ya que, como es normal, para muchos y muchas de ellos, puede ser su única válvula de escape. Ya serán las propias fantasías sexuales de cada uno o una de ellas, las que provean una sexualidad más o menos saludable.
Las prácticas homosexuales.
“Los hombres no representan a dos poblaciones discretas, la heterosexual y la homosexual... Sólo la mente humana inventa categorías e intenta encasillar los hechos. El mundo viviente es un continuo en todos y cada uno de sus aspectos..." (Informe Kinsey, 1948).
Lo que nos viene a decir este médico hace ya más de 60 años es que el ser humano es un "ser sexual" por naturaleza, con una increíble capacidad de adaptación a cualquier tipo de circunstancia y "hábitat", con un impulso sexual que su condición de "animal socializado" intenta controlar pero que existe y se manifiesta incluso en condiciones como la de los internos/as.
Estas personas simplemente viven su sexualidad en la manera en que su reclusión les permite, pienso que es más adaptativa e intuitiva, y se amortiza mejor, es decir, su deseo sexual se desarrolla en el sentido que es capaz de aprovechar esos minutos de vis a vis con su pareja, que es capaz de reconocer "señales" emitidas por otros seres (del mismo o del otro sexo) y escapa de los prejuicios establecidos con más facilidad: supervivencia.
El hombre y la mujer "encerrados" son individuos plenos, también en su perfil sexual, en el que obviamente el mundo de las fantasías, de la fabulación erótica juegan un papel predominante, y en el que quizás el control sobre sus instintos es más patente porque su libertad sexual también está coartada.
Este tipo de prácticas aumentan de forma considerable. Esto no significará que la población penitenciaria tenga más incidencia este tipo de prácticas que en el exterior, sino que puede a veces ser la única opción sexual de la que se disponga, por lo que la elección no es libre, como fuera sí lo sería.
Otro tema es, el de las posibles violaciones (tipo la pastilla de jabón de las duchas más propia de las pelis yankis), donde en España no se conocen muchos casos y a mí, personalmente, nunca me ha verbalizado ningún interno haberlas sufrido. En otros países con menor peso tratamental hacia sus internos, este tipo de violaciones será seguramente más habitual.
En el caso de las mujeres, ellas suelen expresar su opción de manera más abierta, aunque también suelen llevar la abstinencia de una forma más llevadera. Suelen ser relaciones en un principio con más importancia en el aspecto emotivo y de búsqueda de afectos, que finalmente pueden acabar en relaciones sexuales consentidas.
Para otro momento dejo el tema de la transexualidad, en el que también hay mucha tela que cortar.
¡Hasta pronto! y ánimo, que parece que empieza el "caloret", jajajaja....
Lo de las prácticas homosexuales en las cárceles sí me sonaba. Pero de la transexualidad, no me imaginaba nada. Me quedo con la intriga hasta que lo escribas :)
ResponderEliminarCarol hay mucho falso mito en las prisiones españolas de hoy en día! Las películas yankies que dañó han hecho... La situación de los transexuales es complicada en verdad... Un abrazo!
Eliminar¿Existe la posibilidad de que los internos no exterioricen sus situaciones y experiencias por su propio orgullo o vergüenza?
ResponderEliminarA algunos les puede costar contar cosas que piensen que tienen cierto nivel de vejación o humillación, ¿no?
Saludos! Me has quitado el mito del jabon!! jejeje
La posibilidad desde luego puede existir, al igual que ocurriría en el exterior, pero por mi experiencia, creo que en las cárceles españolas de hoy en día, este tipo de situaciones se pueden dar muy contadas veces seguro...
EliminarSiento haberte quitado ese mito, y ese fue uno de los objetivos que me planteé a la hora de escribir en este blog: la desmitificación y el mayor y mejor conocimiento de los entresijos de este tipo de establecimientos.
Un saludo
Y en las de guantanamo mas jodido (?) siempre se tiene a uno mismo y a sus oscuras situaciones segun quien rodee,hablo sin haber pisado nunca una jaula de esas..terribles en lo mas profundo.
ResponderEliminarSinceramente, creo que jodido se está privado de libertad en cualquier lugar, pero claro, aquí tenemos la suerte de que se respetan los mínimos derechos humanos; cosa que en otros lugares dudo mucho que se respeten...
EliminarSaludos