Entiendo a la perfección el Síndrome Burnout (en mi andaluz cerrao, estar quemao vivo) sufrido por una gran parte de compañeras y compañeros de cualquier Departamento de Trabajo Social, y/o de cualquier trabajo, sea del tipo que sea.
En el caso de los Servicios Sociales Comunitarios por si no hay bastante con la labor diaria tan compleja, ahora sin prácticamente recursos económicos donde echar mano, la cosa es aún mucho más sangrante.
En el caso de los Trabajadores Sociales Penitenciarios entiendo que la cuestión viene dada por el propio medio en sí y por la presión ejercida tanto desde dentro como desde fuera, y es que hay que recordar la importante labor de mediación ejercida entre el Centro Penitenciario y los familiares de los internos y el resto de la Comunidad.
Cualquier pequeña frustración o contratiempo que podamos tener en nuestra vida diaria, si se produce dentro del ámbito de un módulo penitenciario es poco menos que un drama y ahí empieza nuestra labor informativa y apaciguadora: somos "bomberos de llamas emocionales" (adelante, no te cortes). No me quiero quedar en el plano de contención solamente, luego empieza la labor más importante, que sería la intervención propiamente dicha (y hay muuuuucho donde intervenir, os lo aseguro).
Que hay que estudiar un permiso de salida o una revisión de grado, la presión se multiplica aún más, porque además de la insistencia del interno o interna, hay que sumar la los propios familiares, e incluso, la de algunos compañeros/as de trabajo de otros ámbitos.
Si el resultado ha sido negativo..., ¡otro dramón! y comienzan las comparaciones (otra de las características intrínsecas a cualquier módulo penitenciario) y hazle entender a esta persona que las decisiones se toman en un órgano colegiado y que no son unipersonales. El "marronazo" lo compartimos con los Educadores y los propios funcionarios de vigilancia dentro del Centro y, una vez fuera con la familia es todo entero para nosotros.
Solución desde mi punto de vista: mucha información y mucha comunicación y, por supuesto, dosis adecuadas de deporte y muchas actividades, ya que no es bueno que la mente este todo el día dando vueltas.
Ayer entrevistaba a la madre de un interno y a una amiga de esta. La historia pondría los pelos de punta a cualquier persona que la oyera. Después de muchas lágrimas dentro del despacho (por parte de la madre), y muchos murmullos, e incluso voces de impaciencia del resto de usuarios que esperaban en el pasillo su turno, me dice la amiga de la madre "no se cómo puedes aguantar esto y que no se te haya ido la cabeza". Le expliqué que los Trabajadores Sociales tenemos una preparación específica y un entrenamiento para el afrontamiento de este tipo de situaciones ¿¿supereficiente??(*). Ya quitándole hierro al asunto le comenté que yo personalmente tenía un resorte detrás del cuello con las posiciones ON/OFF..... (después de sonreir creo que lo entendió perfectamente).
Aún así, algo en el poso del subconsciente siempre queda....
Para terminar, os recomendaría actividades/estrategias para "desconectar" de nuestros trabajos... Lo último es hacerse BLOGGER: de lo que sea (como yo), liberar endorfinas de forma natural haciendo spinning y pilates(como yo), shopping y planificar viajes low cost (si la nómina te lo permite, como yo, a veces).

(*) Siempre se puede mejorar.
En el caso de los Servicios Sociales Comunitarios por si no hay bastante con la labor diaria tan compleja, ahora sin prácticamente recursos económicos donde echar mano, la cosa es aún mucho más sangrante.
En el caso de los Trabajadores Sociales Penitenciarios entiendo que la cuestión viene dada por el propio medio en sí y por la presión ejercida tanto desde dentro como desde fuera, y es que hay que recordar la importante labor de mediación ejercida entre el Centro Penitenciario y los familiares de los internos y el resto de la Comunidad.
Cualquier pequeña frustración o contratiempo que podamos tener en nuestra vida diaria, si se produce dentro del ámbito de un módulo penitenciario es poco menos que un drama y ahí empieza nuestra labor informativa y apaciguadora: somos "bomberos de llamas emocionales" (adelante, no te cortes). No me quiero quedar en el plano de contención solamente, luego empieza la labor más importante, que sería la intervención propiamente dicha (y hay muuuuucho donde intervenir, os lo aseguro).
Que hay que estudiar un permiso de salida o una revisión de grado, la presión se multiplica aún más, porque además de la insistencia del interno o interna, hay que sumar la los propios familiares, e incluso, la de algunos compañeros/as de trabajo de otros ámbitos.
Si el resultado ha sido negativo..., ¡otro dramón! y comienzan las comparaciones (otra de las características intrínsecas a cualquier módulo penitenciario) y hazle entender a esta persona que las decisiones se toman en un órgano colegiado y que no son unipersonales. El "marronazo" lo compartimos con los Educadores y los propios funcionarios de vigilancia dentro del Centro y, una vez fuera con la familia es todo entero para nosotros.
Solución desde mi punto de vista: mucha información y mucha comunicación y, por supuesto, dosis adecuadas de deporte y muchas actividades, ya que no es bueno que la mente este todo el día dando vueltas.
Ayer entrevistaba a la madre de un interno y a una amiga de esta. La historia pondría los pelos de punta a cualquier persona que la oyera. Después de muchas lágrimas dentro del despacho (por parte de la madre), y muchos murmullos, e incluso voces de impaciencia del resto de usuarios que esperaban en el pasillo su turno, me dice la amiga de la madre "no se cómo puedes aguantar esto y que no se te haya ido la cabeza". Le expliqué que los Trabajadores Sociales tenemos una preparación específica y un entrenamiento para el afrontamiento de este tipo de situaciones ¿¿supereficiente??(*). Ya quitándole hierro al asunto le comenté que yo personalmente tenía un resorte detrás del cuello con las posiciones ON/OFF..... (después de sonreir creo que lo entendió perfectamente).
Aún así, algo en el poso del subconsciente siempre queda....
Para terminar, os recomendaría actividades/estrategias para "desconectar" de nuestros trabajos... Lo último es hacerse BLOGGER: de lo que sea (como yo), liberar endorfinas de forma natural haciendo spinning y pilates(como yo), shopping y planificar viajes low cost (si la nómina te lo permite, como yo, a veces).
(*) Siempre se puede mejorar.
Ay Jose, qué identificada me he sentido con tu entrada. Yo también tengo ese interruptor on/of, pero, a veces, parece que se queda encasquillado.
ResponderEliminarÁnimo y sigue escribiendo.